Siervos de Dios:
El día de hoy es un día inmenso. Dios mismo lo ha magnificado y lo ha ennoblecido, y nos ha ordenado que también nosotros lo magnifiquemos. Es el bendito día de la Fiesta de la Ruptura del ayuno. Es un día en el que los creyentes se alegran por los dones de Dios. Y el don más inmenso de todos es el de la guía y el éxito espiritual.
El Enviado de Dios (sobre él la Bendición y la Paz) mostraba alegría en este día, y eso era un modo de aproximarse a Dios, al igual que se aproximaba a Dios por medio de todos sus actos de obediencia. Dice Dios en la azora de Jonás: “Di: Alegraos por el don de Dios y por Su Misericordia”. Y dijo el Enviado de Dios (sobre él la Bendición y la Paz): “Quien ayuna tiene dos alegrías: cuando rompe su ayuno se alegra de su ruptura, y cuando se encuentra con su Señor se alegra por su ayuno”. (Lo transmite Abu Hurayra).
¡Oh vosotros, que ayunasteis los días de Ramadán, y velasteis sus noches! Alegraos de las buenas noticias que trae vuestro Profeta (sobre él la Bendición y la Paz), en sus palabras: “Quien ayuna el mes de Ramadán con fe y devoción, Dios le perdona los pecados cometidos”. (Lo transmite Abu Hurayra).
¡Siervos de Dios! Este es un día de renovación del amor, la hermandad y los vínculos de unión. El mantener los vínculos familiares es un medio para que se amplíe la provisión que Dios nos da, y se prolongue nuestra vida. La recompensa por ello alcanza rápidamente al hombre en esta vida y en la Otra. Dice el Profeta (sobre él la Bendición y la Paz): “Quien quiere que aumente la provisión que Dios le da, y que se prolonguen sus años de vida, que mantenga los vínculos familiares”. (Lo transmite Anas). El castigo que trae consigo la ruptura de los lazos familiares es también rápido. Dijo el Profeta (sobre él la Bendición y la Paz): “La piedad hacia la familia y el mantenimiento de los vínculos familiares es lo que más rápidamente trae como recompensa el bien, y la ruptura de los vínculos familiares es lo que más rápidamente trae como castigo el mal.” (Lo transmite ‘Â’isha)
Esto no significa que los que no son nuestros parientes no merezcan la piedad y el mantenimiento de relaciones con ellos, pero el objetivo es preservar lo prioritario. El musulmán debe tender la mano a todos los seres humanos que le rodean, y apartar de ellos lo que les pueda dañar, especialmente en las ocasiones más propicias para realizar el bien.
Una de las manifestaciones de la cooperación y la solidaridad en la sociedad, especialmente durante la Fiesta de Ruptura del ayuno es la limosna de la Ruptura del ayuno, que nos ha encomendado el Profeta (sobre él la Bendición y la Paz). Es una obligación para todo musulmán, varón o hembra, pequeño o grande, con la condición de que tenga suficiente para comer, así como su familia, el día de la Fiesta de la Ruptura. La aceptación del ayuno está vinculada al pago de esta limosna. La pagará el musulmán por sí mismo y por todos aquellos cuya alimentación dependa de él, y se pagará a los pobres y a los necesitados. Su cantidad es un sâ‘ de alimento. Esta es una medida que se obtiene llenando cuatro veces el hueco de las dos manos juntas. Es equivalente a cuatro amdâd. El mudd es la cantidad que ocupa el hueco de las manos juntas del Profeta (sobre él la Bendición y la Paz). El momento preferible para entregar la limosna va desde el faŷr del día de la Fiesta hasta el momento de la salât del ‘Id, ese mismo día. Está permitido adelantar la limosna uno o dos días.
¡Siervos de Dios! Hasta el día de ayer, Dios nos ha ordenado ayunar, y hemos ayunado. Hoy nos ha prohibido ayunar, y rompemos el ayuno. A nuestro Señor, Glorificado y Exaltado Sea, no le beneficia en nada la obediencia de los que Le obedecen, ni le perjudica en nada la desobediencia de los que Le desobedecen. Pero ha querido indicar con ello la rendición total del siervo ante las órdenes de Su Creador, y el mantenimiento de los límites que Él ha establecido. Lo ha ordenado, y obedecemos. Lo ha prohibido, y nos apartamos de ello. Ese es el origen de todo bien y la base de la piedad, para la cual se ordenó el ayuno y el resto de los actos de culto. Ese es el camino de la felicidad del hombre en este mundo y en el Otro.
El origen de la desviación, y la puerta de entrada de Satán en el hombre es el seguimiento de las pasiones de su ego. De ello surge la exageración y el fanatismo, así como la indiferencia y la disolución. Seguir las pasiones del ego trae como consecuencia la desviación del pensamiento y del camino espiritual, y la incapacidad de aceptar la Verdad allí donde se presente. Quien sigue la pasión de su ego pretende que sólo él está en posesión de toda la verdad, que quien no piensa como él está completamente equivocado, y que por tanto representa un peligro para su vida, su religión, su familia y su sociedad. Los efectos negativos de esto se terminan manifestando, tarde o temprano. Por esa razón nos ha advertido en Noble Corán en muchas de sus aleyas. También nos ha advertido contra ello el Enviado de Dios (sobre él la Bendición y la Paz), pues es la causa del error, de la corrupción, de la separación, de la división, de las disputas, y de la injusticia con uno mismo y con los demás. Es además la causa de la prepotencia y la vanidad, e impide aceptar la Verdad y seguirla, debilitando la voluntad y la resolución. Es causa de preocupaciones y de tristezas, y trae consigo el castigo en la Otra Vida.
La pasión del ego no se mezcla con una cosa, sin corromperla. Si se mezcla con el conocimiento, lo transforma en error. Si se mezcla con los actos de culto, los transforma en hipocresía y en algo que se hace para adquirir buena fama. Si se mezcla con la justicia, la transforma en injusticia.
Dijo el Enviado de Dios (sobre él la Bendición y la Paz): “El inteligente es aquel que se rebaja a sí mismo, y actúa para lo que viene después de la muerte, mientras que el necio es aquel que sigue las pasiones de su ego, y espera el perdón de Dios”. Dijo ‘Alî ibn Sahl: “El intelecto y las pasiones del ego están en constante disputa. El éxito espiritual es compañero del intelecto, y la decepción es la compañera de las pasiones del ego. El alma se encuentra entre ambas, y se inclinará hacia el lado que se imponga.”
¡Siervos de Dios! A quien Dios le haya favorecido durante este mes de Ramadán con la realización de buenas obras, que las mantenga y no las abandone. El mes de Ramadán ha acabado, pero la puerta de la obediencia a Dios sigue abierta. Sed de Dios, y no seáis sólo de Ramadán. Dijo el Profeta (sobre él la Bendición y la Paz): “La mejor obra es aquella que más se mantiene en el tiempo, aunque sea pequeña”. Lo transmitió ‘Â’isha.