Dice Dios, Exaltado Sea: «¡Vosotros los que creéis! Cuando os convoquen a la salât del viernes, escuchad el recuerdo de Dios, y dejad la venta. Aquella es mejor para vosotros, si sabéis…»
¡Siervos de Dios! Dios, Exaltado Sea, ha favorecido al viernes por encima del resto de los días de la semana, haciendo de él el día especial de la comunidad islámica. Se le ha dado el nombre de “día del yum‘a”, es decir, “día de la congregación” porque los musulmanes se reúnen ese día cada semana. Ello simboliza el hecho de que el Islam es una religión que insta a congregarse y a cooperar, y advierte en contra de la separación y la enemistad.
Por esa razón Dios ha hecho obligatoria la salât en congregación, para la que los musulmanes se juntan cinco veces al día, la plegaria comunitaria de los viernes, en la que hacen lo mismo una vez a la semana, la salât de las dos fiestas, así como los ritos del Hayy y de la ‘Umra, es decir, la Peregrinación Mayor y Menor.
Dice nuestro noble profeta (sobre él la bendición y la paz): «El mejor día en el que sale el sol es el viernes. En él fue creado Adán, en él se le hizo entrar en el Paraíso, en él se le hizo salir del Paraíso, y en él tendrá lugar el Día de la Resurrección».
Es un día en el que se perdonan las malas obras, el que se multiplican las buenas, y en el que se elevan los estados espirituales.
Dice el Profeta (sobre él la bendición y la paz): «Las cinco plegarias rituales diarias, de viernes a viernes, y de Ramadán a Ramadán, son una expiación de los pecados cometidos entre ellos, con la condición de que se eviten los pecados mayores».
La limosna que se da el viernes es más meritoria que la que se da el resto de los días, especialmente si se da a los miembros de la familia. Dice el Profeta (sobre él la bendición y la paz): «La limosna que se le da al pobre es sólo una limosna, pero la que se le da al familiar es una limosna y, además, una forma de estrechar los vínculos familiares».
El viernes está recomendado multiplicar las peticiones a Dios, pues quizá el invocante eleve a Dios su invocación en la hora en la que Dios ha dispuesto la respuesta a su petición. Dice el Enviado de Dios (sobre él la bendición y la paz): «En verdad os digo que el viernes hay una hora especial en la que, si el siervo musulmán que lleva a cabo su salât, le pide a Dios, Él le concede lo que le pide». E hizo con su mano una indicación que daba a entender lo breve de esa hora.
Es obligatorio para todo musulmán el magnificar este día, disfrutando de sus características especiales, acercándose a Dios, Exaltado Sea, en él, por medio de los diferentes actos de adoración, y alejándose de los pecados y las cosas contrarias a la voluntad de Dios, para así alcanzar la Satisfacción de Dios, Exaltado Sea, tanto en este mundo como en el Otro.
¡Siervos de Dios! Nuestro noble enviado (sobre él la bendición y la paz) es el señor del género humano, y el viernes es el señor de los días de la semana. Por tanto, la práctica de la bendición sobre el Profeta en este día posee una virtud especial que no posee ningún otro día de la semana. Cualquier bien que pueda alcanzar esta comunidad, Dios se lo concederá por medio del sello de los Profetas y los Enviados (sobre todos ellos la bendición y la paz).
Dice el hadiz qudsî: «Siervo mío: no me estarás agradeciendo verdaderamente si no agradeces a aquél por medio del cual yo te hago llegar los dones».
De entre los modos de agradecer a Dios los numerosos dones que nos concede por medio de Su más noble profeta (sobre él la bendición y la paz), cumpliendo con la parte que le corresponde en una pequeña medida, está el multiplicar la práctica de la plegaria sobre el Profeta, especialmente el viernes. La virtud de la plegaria sobre el Profeta es inmensa, como inmenso es el rango y el valor del Profeta (sobre él la bendición y la paz), y como inmenso es el valor del tiempo del viernes, pues Dios lo ha hecho inmenso.
Dice el Enviado de Dios (sobre él la bendición y la paz): «En verdad os digo que el viernes es el mejor de vuestros días: en él fue creado Adán, en él murió, en él se soplará en la trompeta del Juicio Final, y en él tendrá lugar el Día de la Resurrección. Multiplicad el viernes la práctica de la plegaria sobre mí, pues llega hasta mí». Le preguntaron: «¿Cómo es posible que nuestra plegaria sobre ti llegue hasta ti cuando hayas muerto y tu cuerpo se haya corrompido?». Respondió: «Dios, Glorificado y Exaltado Sea, impide que la tierra descomponga los cuerpos de los Profetas».