Entre las cosas que indican una nobleza del alma y de la disposición natural, así como unas elevadas virtudes, se encuentra la fidelidad. Esta consiste en la sinceridad de palabra y de obra, el reconocimiento de la virtud a quien le corresponde, responder bien a quien tienda la mano en lo bueno, y estar siempre dispuesto a ayudar.
Indica la grandeza de la fidelidad el hecho de que Dios, Exaltado Sea, se ha calificado a Sí mismo con ella. Dice Dios, Exaltado Sea: «Y, ¿quién es más fiel en el mantenimiento de Su pacto que Dios?».
Dios nos ha ordenado que seamos fieles en el mantenimiento de los pactos. Ha dicho, Exaltado Sea: «Sed fieles al pacto. El pacto es una exigencia». Y ha dicho también, Exaltado Sea: «Sed fieles al pacto con Dios, cuando lo establezcáis».
Dios ha alabado a Sus Enviados por su fidelidad. Ha dicho, Exaltado Sea: «Y Abraham, que fue fiel». Nuestro noble profeta fue el imâm de los fieles. Era fiel hasta con sus enemigos, como lo era con su familia y sus parientes.
El pacto que más fielmente se ha de mantener es el que se establece entre el siervo y su Señor, y que dice que sólo le adorará a Él, sin asociarle nada. Dice, Exaltado Sea: «Sed fieles a Mi pacto, y seré fiel a vuestro pacto».
El cumplimiento de los votos forma parte de la fidelidad a Dios. El musulmán es fiel a sus votos y cumple con aquello que ha prometido a Dios. El voto consiste en que el hombre cumpla una promesa hecha a Dios en forma de acto de culto no obligatorio.
Una de las características de las gentes del Paraíso es que cumplen sus votos. Dice Dios, Exaltado Sea: «Cumplen sus votos, temerosos de un día en el que el mal se desate». Los votos deben cumplirse con la condición de que sean algo bueno. Si no es así, no deben cumplirse.
La fidelidad al Enviado de Dios (sobre él la Bendición y la Paz) se expresa por medio de la sinceridad en el amor hacia él, así como siguiendo su ejemplo, la sunna. La fidelidad en los acuerdos y en los pactos entre las personas, como los acuerdos comerciales y los pagos de las deudas, forman parte de los actos que debe realizar un musulmán. Dijo el Enviado de Dios (sobre él la Bendición y la Paz): «Los musulmanes deben cumplir sus acuerdos».
Entre los frutos de la fidelidad están: la estabilidad de la vida familiar, si esta se ha fundado en la fidelidad, el fortalecimiento de las relaciones de parentesco y afinidad, la permanencia de la hermandad en Dios, la multiplicación de los actos buenos y de piedad, y la extensión de las pruebas de afecto de amistad. La fidelidad planta las semilla de la confianza entre los hombres, y cuidándola y preservándola por medio del cumplimiento de los pactos, se realiza la piedad, y se alcanza el amor de Dios.
Dice Dios, Exaltado Sea: «¡Sí! Quien cumple su pacto y es piadoso, que sepa que Él ama a los piadosos». Y dijo el Profeta (sobre él la Bendición y la Paz): «Aseguradme seis cosas y yo os aseguro el Paraíso: Decid la verdad cada vez que habléis, sed fieles a vuestros pactos, cumplid con la confianza que se deposite en vosotros, guardad vuestros órganos sexuales, bajad vuestras miradas y llenad a rebosar vuestras manos cuando deis».
La fidelidad a los pactos es una de las características del creyente, del mismo modo que la traición, la infidelidad y el faltar a lo pactado son características del hipócrita, que traen como consecuencia la cólera de Dios, y la pérdida de este mundo y del Otro. Dice Dios, Exaltado Sea: «Dios no ama a los desleales». Y dice también: «Esos que rompen el pacto con Dios después de haberse comprometido. Separan lo que Dios mandó mantener unido y corrompen en la tierra. Esos son los perdidos».
Dijo el Profeta (sobre él la Bendición y la Paz): «Los signos del hipócrita son tres: cuando habla, miente; cuando pacta, rompe lo pactado, y cuando se deposita en él la confianza, la traiciona».
Dijo al-Ahnaf ibn Qays: «No hay amigo posible para un rey, ni fidelidad para un mentiroso, ni descanso para un envidioso, ni nobleza para un avaro, ni …………….. para alguien cuya naturaleza sea mala».
Quien traicione a alguien con quien haya pactado algo, Dios será su enemigo el día de la Resurrección, y quien tenga a Dios como enemigo, no hay duda de su segura destrucción. Dice el hadiz qudsî: «Dice Dios: Hay tres personas de las que seré enemigo el Día del Juicio: un hombre que da algo en Mi Nombre y traiciona; un hombre que vende a un hombre libre y cobra su precio, y un tercero que hace trabajar a otro, éste cumple su trabajo y el primero no le paga su salario». El día de la Resurrección, se divulgará la traición del traidor, y se hará notorio ante los testigos» Dice el Enviado de Dios (sobre él la Bendición y la Paz): «Cuando, el Día de la Resurrección, Dios convoque a los primeros y a los últimos, le dará a cada traidor un estandarte en el que ponga: “Esta es la traición de fulano, hijo de fulano”». El musulmán no es infiel ni traiciona. Dijo el Profeta (sobre él la Bendición y la Paz): «Devuelve aquello que se te confió, y no traiciones ni siquiera a quien te traicionó».