El hombre, por su propia naturaleza, quiere para sí mismo lo que considera bueno, y rechaza lo que considera malo. Ama la riqueza y odia la pobreza. Dice Dios, Exaltado Sea: “En verdad, su amor por el bien es intenso”. El hombre corre y se esfuerza en atraer para sí mismo la riqueza, y en apartar de él la pobreza. Esto es algo digno de alabanza, siempre que esté dentro de los límites de la Ley revelada. Nuestro Profeta (sobre él la Bendición y la Paz), le pidió a Dios la riqueza, y se refugió en Él contra la pobreza. Transmite Abd Allah ibn Mas‘ud que el Profeta (sobre él la Bendición y la Paz), dijo: “Oh Dios, te pido la guía y la piedad, la abstinencia de lo ilícito, y la riqueza”. Lo recoge Muslim. Y también dijo: “Oh Dios, me refugio en ti de la impiedad y de la pobreza).
En ocasiones el hombre, ofuscado, confundido por el aspecto externo de las cosas, no capta su realidad interior. Piensa entonces que el bien es el mal, y que el mal es el bien. Dice Dios en Su Libro: “Puede que odiéis algo que sea un bien para vosotros, y puede que améis algo que sea un mal para vosotros. Dios sabe, pero vosotros no sabéis”. Por esa razón nuestro noble Profeta (sobre él la Bendición y la Paz) se esforzaba en guiar a los hombres, en corregir su comprensión de las cosas, y en guiar a su Comunidad a la felicidad en ambos mundos. Muchas personas tienen una comprensión equivocada sobre lo que es la riqueza y lo que es la pobreza. El Profeta (sobre él la Bendición y la Paz) dejó clara la realidad de ambos conceptos en el hadiz de Abu Darr:
“Me preguntó el Profeta: ‘Abu Darr, ¿piensas que la abundancia de dinero es la riqueza?’. Respondí: ‘Sí, Enviado de Dios’. Me preguntó de nuevo: ‘¿Piensas que la escasez de dinero es la pobreza?’ Respondí: ‘Sí, Enviado de Dios’. Me dijo entonces: ‘La riqueza verdadera es la del corazón, y la verdadera pobreza es la del corazón. Quien posea la riqueza en su corazón, no le dañará nada de lo que encuentre en este mundo ilusorio, y quien tenga la pobreza en su corazón, no le bastará lo mucho que encuentre en este mundo ilusorio. Sólo le dañará su avaricia”.
Recoge Muslim, transmitido por ‘Abd Allah ibn ‘Umar, este hadiz: “Ha alcanzado la felicidad quien se ha sometido, considera su provisión decretada suficiente, y Dios le hace sentirse satisfecho con aquello que llega hasta él”.
Dice el Profeta, sobre él la Bendición y la Paz, en otro hadiz: “La riqueza no es la acumulación de muchas cosas; la verdadera riqueza es la riqueza del alma”. Lo recogen Bujari y Muslim, de Abu Hurayra.
Un día el Profeta (sobre él la Bendición y la Paz) le preguntó a sus compañeros: “¿Sabéis quién es el arruinado?” Le respondieron: “Para nosotros, el arruinado es quien no tiene dinero ni propiedades”. Dijo él: “En mi comunidad, el arruinado es aquel, que, cuando llega el día de la resurrección, viene con sus oraciones, sus ayunos y sus limosnas, pero ha insultado a este, y ha injuriado a aquel, y ha consumido los bienes de aquel otro, y ha derramado la sangre de otro, y ha golpeado a otro. Compensa sus malas obras y sus pecados con sus buenas obras, pero estas se consumen antes de poder pagar todo lo que debe. Sus malas obras son arrojadas sobre él, y él es arrojado al Fuego infernal.” Lo recoge Muslim, de Abu Hurayra.
El Profeta (sobre él la Bendición y la Paz) dejó claro que la riqueza, según el criterio de este mundo ilusorio, es la abundancia de dinero y de bienes, y la pobreza lo contrario. Pero con el criterio del Otro mundo imperecedero, la riqueza verdadera es la riqueza del corazón, y la pobreza y la ruina son la tiranía del alma, que conduce a su propietario a la destrucción completa y a la ruina evidente.
Una de las cosas más extraordinarias de nuestros tiempos es que hay personas que pretenden acercarse a Dios por medio de causar sufrimiento a otros seres humanos, derramando su sangre y destruyendo su honor. Sus argumentos están vacíos, y es un modo que tiene Satán de engañar a sus seguidores. Ha hecho que pierdan el camino en este mundo, haciéndoles creer que hacen el bien.
Oh Dios, te pedimos firmeza en la orden, constancia en la rectitud, te pedimos que actúes con nosotros de forma misericordiosa, y seas constante en tu perdón hacia nosotros, te pedimos ser capaces de agradecerte tus dones y la belleza que es estar a tu servicio, te pedimos un corazón sano y una lengua sincera, te pedimos lo mejor que Tú conoces, y nos refugiamos en Ti de lo peor que Tú conoces, y te pedimos perdón por lo que Tú conoces, pues Tú eres quien conoce lo Oculto.